Cuando
pensamos en la danza oriental, o como es mas conocida, en la danza del vientre,
en la mayoría de los casos nos imaginamos una bailarina escasamente vestida:
barriga al aire, sujetador con lentejuelas y otros adornitos, piernas que se
dejan entrever a través de telas trasparentes o aperturas en la falda/pantalón.
Este tipo de danza tenemos asociada con los harenes o las furcias de las películas,
con seducción....con Salomé, que dejó al rey flipado y babeando hasta tal punto, que este no le podía negar nada en ese momento…ni siquiera el asesinato de un ser humano
inocente y su cabeza en una bandeja de plata.
Sin
embargo, me gustaría reivindicar el origen de esta danza, tan estrechamente unida
a, y maravillosamente diseñada para el cuerpo femenino: los movimientos
ondulantes y circulatorios de la pelvis ayudan a disminuir los dolores menstruales
y los dolores y molestias del parto y tal vez hasta ayudan a llevar mejor los
cambios de la menopausia, gracias a que fortalecen el suelo pélvico.
Pero no solamente aporte
beneficios físicos. Danzar puede ayudar a mujeres con baja autoestima a aceptar su cuerpo,
disfrutar de él, conectar más consigo mismas....en fin, estar más a gusto con y en su propio cuerpo ….e incluso verse más
guapas.
Y
aquí viene el gran dilema, la gran diferencia entre sensual y sexual. Léxicamente
se trata de diferencia de una letra (sonido), pero desde el punto de vista de su
significado, se trata de dos mundos totalmente distintos, aunque no
necesariamente opuestos.
Pueden
(y creo que deberían) ser complementarios.
Sexual
significa que bailo para el otro, para seducirlo. No bailo para mí y bailo con
un objetivo. Mi danza no me pertenece, está dirigida al observador, normalmente
un hombre. Por lo tanto es una danza provocadora, masculinizada y
externalizada. Importa lo que hay hacia fuera, hacia el exterior, lo que ve el
otro: el cuerpo se vuelve un objeto, observado y valorado (Sirve para seducir? Cumple
con el objetivo?), su función es complacer.
Sensual
significa que siento a través de los sentidos. Bailo para mí, porque bailar me
produce placer. La danza está dirigida hacia mi misma y por lo tanto hacia
dentro. No importa, si se ve bonita hacia fuera, sino como se siente por
dentro. Mi cuerpo me pertenece, está vivo, está manifestando su feminidad. Los
movimientos ondulatorios son como un alargamiento y exageración de las curvas naturales de un
cuerpo femenino. Sensual significa una danza placentera, femenina e interior.
Si
yo estoy a gusto con y en mi cuerpo, si me siento libre de usarlo de la manera
que me aporta bienestar sin el miedo, que alguien lo interprete como una señal
clara de seducción, solo entonces soy capaz de pasar de sensual y sexual y usar
mi cuerpo y sus movimientos cómo un juego, como un lenguaje de seducción. Pero
esa decisión depende de mí.
El
cuerpo de la mujer, aunque vaya semidesnudo, no es automáticamente sexual – esa
cualidad no es inherente, sino que a menudo está en el ojo del observador y
dependerá mucho de su moral y su particular mapa mental.
El
cuerpo de la mujer libre se puede usar de muchas maneras – siempre dependiendo
de que desee hacer con él la mujer libre. Una vez más: reivindico la danza del
vientre- que sirva para las mujeres, para su bienestar, placer y amor propio –
y que deje de ser visto cómo un producto, como un espectáculo seductor para el
hombre.
Mujeres libres, a bailar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario