domingo, 30 de mayo de 2021

YOGA DESDE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO

El yoga no es ni femenino ni masculino, “El yoga es acción” dijo B.S.K. Iyengar, maestro de yoga.

Cuenta la leyenda que el dios Shiva, ante la tristeza que le causaba a su esposa Parvati ver el sufrimiento en el mundo, y con tal de permitirle distinguir lo real de lo ilusorio y así consolarla, creó el Yoga. Shiva se dedicó a enseñar a su esposa todos los secretos del Yoga en una playa apartada con el fin de que nadie pudiera verles. A pesar de que la primera alumna de Yoga era una diosa, el Yoga ha sido transmitido por hombres y para hombres, quedando en un segundo plano la posición de las mujeres. Los textos de la tradición hinduista incluídos los de la filosofía yóguica se han dirigido siempre al “sadhaka”, o sea practicante masculino.

La práctica del Yoga estuvo incluso prohibida a las mujeres durante muchos siglos, y, todavía hoy en día existen algunos ashrams en la India donde está excluído el acceso a las mujeres. Si observamos las grandes escuelas tradicionales de India y sus líderes, los rishis, swamis y gurús han sido siempre hombres. Lo cierto es que el protagonismo de las mujeres en toda la tradición antigua del yoga es casi inexistente. También fueron hombres quienes introdujeron y fundaron las primeras escuelas de yoga en Occidente.

Pues aquí me llaman la atención dos cosas. Primero, que los gurús rara vez son mujeres. Solo me vienen a la mente Shri Mataji Nirmala Devi, La Madre de Auroville,Indra Devi y Amma. Supongo que esta cuestión se remonta siglos atrás y tiene que ver con la cultura del subcontinente Indio que tiene su versión de patriarchado.
Y el segundo, las practicantes en el occidente son casi todo mujeres. Durante los casi 10 años que enseño Yoga he tenido decenas de alumnas, pero para contar los alumnos me sobrarían dedos. De hecho el Yoga tiene fama de ser “cosa de mujeres”. Otra percepción equivocada, que presenta el Yoga como una práctica solamente para relajarse y aumentar la flexibilidad. Pero el Yoga tiene muchas facetas. También existe el lado de fortalecer. Se puede practicar el Yoga dinámico, Ashtanga, Vinyasa o Power yoga y sudar la gota gorda.

Tal vez las mujeres estamos más conscientes de la necesidad de cuidarse y estamos más conectadas con las emociones y desprejuiciadas del mundo interior, y por eso recibimos a esta actividad de manera muy natural adoptándolo como una práctica a nuestra medida. Tal vez nosotras estamos más abiertas a vivencias y sensaciones físicas, energéticas y sutiles.

Los cuerpos físicos masculinos muchas veces pecan de exceso de resistencia al cambio y esto se manifiesta a través de lesiones. Los mandatos y exigencias del mundo externo elevan la rigidez hacia los límites, y el hecho de desconexión de sus propias emociones impide que las alarmas que llevan al Ser a detenerse y salvarse funcionen correctamente, provocando dolencias, lesiones y enfermedades muchas veces irreversibles. El desafío del género masculino está en reconocer sus sensibilidades y trabajar con ellas, renunciar e liberarse de la exigencia de la fortaleza exterior para conectarse con las fuerzas interiores sútiles y así desarrolar la sabiduría en vez del volumen o fuerza físicos excesivos.

El nombre de Hatha Yoga (“Ha” significa sol y “Tha”, luna) nos recuerda que el Yoga tiene un objetivo concreto: la búsqueda del equilibrio y la armonía entre el polo femenino y el masculino; dado que ambos aspectos forman parte de todos los seres humanos. El Sol representa al polo masculino; el despertar, la fuerza, la firmeza y la actividad. La Luna está conectada aspectos femeninos : la intimidad, al mundo de los sueños, al agua y la fluidez, a las emociones y adaptabilidad.

La integración de lo femenino y lo masculino es necesaria para que el Ser humano pueda crecer hacia la consciencia. Para ello es necesario honrar e liberar las emociones y las energías que desequilibran y desarmonizan las estructuras sutiles y densas de nuestro Ser. El Yoga nos ofrece la oportunidad de conectar con la propia esencia: una esencia igual para todos, hombres y mujeres. El fin del Yoga se centra en cada individuo como ser espiritual y como parte de un mismo corazón, de la unidad que ya somos.

sábado, 1 de mayo de 2021

MICROGIMNASIA

Si la especie humana, integrante por naturaleza de la Magna Orqesta Universal,con su bioinstrumento intrínseco, interpretara virtuosamente su partitura de la excelsa “Sinfonía Mágica existencial” - la inigualable obra músico/eterna del Creador – magistralmente orquestada y dirigida por la prestigiosa batuta de la Directora Naturaleza, quedaría consolidada la armonía del planeta, de sus habitantes y del universo.

Antoni Munné Ramos

Al leer el libro Microgimnasia descubrí que los conceptos y pautas que se aplican en este sistema se parecen mucho a lo que yo llamo Movimiento orgánico o Yoga orgánico, uno de los pilares que forman EcoYoga.

La microgimnasia es un método terapéutico que, englobado en el Sistema ARC (sistema de Análisis Restaurador Corporal que fue creado en Barcelona a finales de los años 70 por el terapeuta Antoni Munné) Su práctica restaura el equilibrio corporal, proporciona la flexibilidad y el tono adecuados a las estructuras musculares y a las articulaciones, reduciendo las tensiones y devolviendo la vitalidad al organismo.

Se define como una técnica somatofilopsíquica porque, al reencontrarnos con la armonía corporal, ésta se transmite simultáneamente a los planos emocional y psicológicos de la persona, permitiéndole recuperar la autenticidad de su ser: máxima creatividad, plenitud y gozo de vivir, integración y respeto por el entorno; resumiendo, conexión con la fuente interior inmanente que nos da plenitud de ser.

La Microgimnasia se basa en posturas y movimientos que respetan la configuración natural del cuerpo y, a diferencia de otras terapias, no lo engaña con pasajeras sensaciones de relajación, ni lo maltrata con posiciones imposibles que no obedecen a la configuración de nuestra anatomía y que, en algunos casos, son claramente nocivas para nuestra salud.
El cuerpo humano es expresión visible de la conciencia. Si cambia la conciencia, cambia el cuerpo.

Antoni Munné Ramos

Además, la Microgimnasia permite experimentar e investigar con nuestro cuerpo, descubrirlo y sentirlo, escucharlo y mimarlo, con la finalidad de comprenderlo y, de este modo, poder devolverle su armonía original. La práctica de la Microgimnasia, como método pedagógico, nos enseña a reconocer las posturas y hábitos que realizamos diariamente y nos perjudican y nos ofrece la información necesaria para sustituirlos por otros más saludables que aumentan nuestro bienestar. La microgimnasia nos da libertad; al concienciarnos con nuestro cuerpo nos pone en contacto con los recursos auténticos que todos tenemos para superar situaciones de crisis, sean las que sean, para liberarnos del sufrimiento que nos producen (o nos produjeron, ya que todo queda archivado en los tejidos).

A partir de una natural toma de conciencia, dirigiendo la mirada hacia el interior, se realizan micromovimientos sencillos, pausados y profundos que, combinados con la respiración adecuada, trabajan el cuerpo con delicadeza y eficacia. Sin castigarnos y sin forzarnos, lo liberamos de tensiones poco a poco, capa a capa, hasta que desaparecen los nudos de tensión que nos aprisionan, nos bloquean y nos provocan malestar o dolor. El cuerpo y el alma van estrechamente unidos: el cuerpo llora a través del alma y el alma llora a través del cuerpo y éste, al ser el soporte físico palpable que nos une a la vida, recoge el dolor del alma y lo añade al suyo propio, pues desde pequeños no se nos enseña a cuidar nuestro cuerpo debida y amorosamente.

Dice Ramos: Creo en la necesidad de recuperar aquellas esencias innatas y puras que tenemos los humanos, extraviadas a menudo y, por lo tanto olvidadas. Hay que despertar de la amnesia personal, recuperando la memoria ancestral con la fuerza de las cualidades básicas, empezando por reconquistar de nuevo el cuerpo, devolviéndole su flexibilidad, su libertad de movimientos, su vigor, su energía y su paz, en definitiva, su equilibrio y armonía.