ALINEAMIENTO ENTRE CIELO Y TIERRA: TADÁSANA (POSTURA DE LA MONTAÑA)

No se puede construir nada duradero sobre unos cimientos poco sólidos. Esto es, tal vez, la razón, por la cual muchas tradiciones de Yoga consideran que Tadásana ( la postura de la Montaña) es el punto de partida de la práctica de otras ásanas. Yo la llamo “la postura más difícil”. 

Cuándo lo digo, los alumnos primero se asustan. Luego piensan, que es superfácil, que simplemente es “ponerse de pie”. Les llevo poco a poco a que se den cuenta de los muchos factores que componen esta ásana: enraizar los pies en la Tierra, poniéndolos en paralelo y apoyándolos correctamente; mantener las rodillas flexibles, sin separar ni juntarlas; alinear la espalda, basculando la pelvis ligeramente hacia delante; mantener los omóplatos en la posición adecuada (los hombros “en sus cápsulas”) y mantener la cabeza alineada con el resto de la columna, tirando hacia arriba desde la coronilla (como si estuviéramos suspendidos por un hilo), creciendo hacia el Cielo. Aún faltan los brazos, ligeramente separados del cuerpo, abriendo las axilas. Muy completo.

Curiosamente, la postura de Tadásana es casi idéntica a la “posición anatómica”, que en su momento ya dibujó Leonardo da Vinci en su Vitrubio: el punto de referencia de partida para el estudio del movimiento y la anatomía. (La única diferencia sería que en Tadásana las palmas se encuentran dirigidas hacia los muslos, mientras en la postura anatómica hacia delante.)

Esta posición es típicamente humana. Así somos menos estables que otros mamíferos, porque tenemos menos base de apoyo. El apoyo en los pies refleja cómo actúan en el cuerpo humano las fuerzas pasivas y activas de liberación y apoyo.

A coluna vertebral ben dereita.

A cabeza sobre os hombros busca o Ceo.

As pernas, na posición de loto,

enraízanse na Terra.

Entre o Ceo e a Terra un ser vivo,

Respirando, sentindo, alerta.

Os dez mil ruídos do mundo desaparecen,

o corazón mora en paz,

a mente aquiétase,

o espírito alza voo e expándese sen límites.

A liberdade do momento presente.

Despois disto…

as agullas dos piñeiros son verdes,

o ceo azul

e os teus ollos maravillosamente brillantes.

¿Queres experiméntalo?

Dokusho Villalba