Todo empezó cuándo aún era niña. Mi padre me dijo: ”Tienes que ser perfecta para merecer mi amor.” Por supuesto, nunca me lo dijo así directamente, ni siquiera con palabras. Mi padre no habla mucho. Era el mensaje, que dejó, tal vez inconscientemente, intuir entre los silencios, a través de los cuáles se expresaba. Los demás teníamos que adivinar lo que pensaba y lo que sentía, porque casi nunca compartía esa información privilegiada con su familia. Así que, fui perfecta, para ser merecedora de su amor. Saqué las mejores notas durante 8 años del colegio y 4 años del instituto. Participé en actividades extraescolares: competía con otros niños en mis conocimientos de matemáticas, el idioma Inglés, en declamar prosa, bailaba, iba a los Boy Scout, fui editora de la revista de los Scout y editora de la revista del instituto. Gané innumerables premios por mi poesía, a través de la cuál dejaba entrever mi alma en mi época de adolescente. La mejor en todo, lo que hacía. La mejor de toda la clase, la mejor de todos los grupos. Gocé de varias becas durante mis estudios en la universidad y cursé varios cursos a la vez durante cuatro años, casi como dos carreras, haciendo el doble de exámenes que mis compañeros, algunos en mi idioma no materno. La mejor. Para ser merecedora del amor de papá.
Más tarde, cuando me empezaron atraer los hombres, seguía el patrón, Ser la mejor para complacer. Ser perfecta. Ser la hostia. Para él. porqué él también jugaba a ese juego.
En principio me decía:” Eres preciosa. Te adoro. Te amo. Eres una diosa. Eres demasiada mujer para mí.” Con el tiempo, esto se convirtió en otra cosa. Me decía:””Tienes que ser perfecta para merecer mi amor.” Por supuesto, no así, con esas palabras, sino a través de indirectas: “ Porqué no eres más sociable? Porque eres tan radical? Porqé no vistes más conservadora? Porque no eres como TODAS LAS DEMÁS mujeres que tienen ganas de follar todos los días?“
Ya empezaba a ser DEMASIADO o NO LO SUFICIENTEMENTE algo. Demasiado colorida, Poco sociable. Poco seductora. Demasiado sociable. Demasiado radical, demasiado ecologista, demasiado recicladora, poco amable, demasiado egoísta..... Y yo intentaba complacerle. Hacer más. Hacer menos. Complacer. Ser perfecta para merecer amor. Dar más de lo que recibía.
Ya no quedaba con mis amigas, porque él me dijo: “Tus amigas son chungas.” No estaba de acuerdo, pero prefería estar con él. Me sentía culpable por dedicarle tiempo a cosas que me gustaba hacer, a proyectos, porqué me dijo: “Esos proyectos tuyos de voluntaria son una mierda, se están aprovechando de ti. Tu trabajo es una mierda” Así que intenté a dar aún más. Complacer. Esforzarme para ser perfecta. Para él. Pero nunca era suficiente. Yo le pedía que cambiase algunas actitudes que tenía hacia mí, él me exigía que cambiase toda. Hasta que enfermé y me di cuenta, que cosas te pueden pasar física e psiquicamente cuando una se acelera demasiado, intenta hacerlo todo, complacer, ser perfecta, complacer, ser perfecta, para merecer el amor. Ni siquiera me creía cuando me quejaba de los síntomas. Hasta me decía: “Eso solo está en tu cabeza.” Cuando me dijo: ”Me importas una mierda.”, casi le agradecí su sinceridad. Me hizo más fácil dejarlo.
Con el siguiente era muy bonito al principio. Hasta me llevó en brazos, como a una princesa. Pero cuando quería quedar con amigos del sexo opuesto, o tenía opiniones distintas de las suyas, o criticaba algo de su comportamiento, se desataba el infierno. Desgraciadamente le di varias oportunidades, era muy listo y sabía convencerme, que todo estaba en mi cabeza, solo eran paranoias mías. Fue él que cortó nuestra relación por tercera vez. Ahí ya hice valer mi orgullo por encima del amor y dejé de hablarle. Acabó mandándome 500 whatsapp en cuatro días y cuándo le bloqueé, aún me mandó unos 200 mensajes de texto. Hasta llegó a mandar un correo al sitio donde trabajaba y acusarme de ladrona y mentirosa. Dijo“Te voy a envenenar el agua de tu casa. Ya estás follando con el otro? Eres una egoísta, eres una zorra, te odio. T E O D I O”
Me quería morir. Morir de verdad. Consiguió meterse en mi cabeza y envenenarme desde dentro. Ya fui yo misma que me empecé a decir esas cosas. Que soy egoísta, realmente mala persona. Hipócrita, y egoísta. Llegué a creerme, aunque fueron pocos días, que mi vida no tiene sentido, porque soy una farsante. Sólo finjo interés por los demás, miento a todos de mi alrededor, finjo que soy una persona normal, pero en realidad estoy podrida. Me hundí en el hoyo más profundo.
Gracias a lo Divino tengo mucha gente que me conoce y me quiere a pesar de ello. Con la ayuda de mi familia y amigos conseguí salir de ese pozo negro y no creerme todo lo que él quería quemarme en mi cerebro para castrarme para el resto de mi vida. El asunto tuvo que terminar con una denuncia por acoso y orden de alojamiento por parte de la justicia, sólo así me dejó en paz.
La siguiente historia, el siguiente hombre. Amor para toda la vida. Ambos queríamos tener una relación sana, hablábamos mucho sobre como hacer las cosas entre nosotros. Muy bonito. Pero poco a poco, se iba disparando mi alarma que indicaba detectar celos, posesividad, intentos de dominación. Me dijo:” NO me gusta que vayas a bailar. No me gusta que bailes con otros hombres. No me siento cómodo que pases tiempo a solas con tu amigo. Estas carreteras son peligrosas, no deberías andar de noche. Normalmente, tardas hacer este viaje una hora, esta vez fue una hora y media...donde estabas? Volviste a hablar con el chico que conociste el otro dia? A donde vas? Que vas a hacer? Con quien vas a estar? Ui, mucho giras por ahi...” Esta vez me rebelaba desde principio. Intentaba parar cada cosa en su inicio, con cada trocito, que me quería quitar de mi libertad, yo empezaba a gritar y patalear, metafóricamente hablado. Me dijo:” Estás loca. Eres egoísta. Eres mala.”
Mala. Me llamas mala porque no te quiero de la manera que a ti te gustaría. Exiges amor incondicional, pero con la exigencia matas cualquier posibilidad de que ese amor sea libre e incondicional. Esperas, que adivine tus necesidades, y las satisfaga todas. Mala, porque con mi libertad te sientes inseguro. Mala, porque no te admiro por cada cosa, que hagas o digas como a un dios. Mala, porque me gusta reír y bailar con otras personas que no son tu. Mala, porque no soy exclusivamente tuya, a tu disposición a la hora que sea, de la manera que sea. Mala, porque no te chupo la polla encantada cada mañana. Mala y egoísta, porque pongo mis necesidades antes que las tuyas. Debería sacrificarme y hacer todo para complacerte. Trabajar más horas por menos sueldo, criar los hijos, mantener la casa impoluta, cocinar de puta madre, pero no engordar, mantenerme en forma al estilo Scarlett Johannson, ser lo suficientemente puta para tí, pero para nadie más, debería debería debería.
Para. Para hermana. Deja de sufrir, deja de machacarte, deja de repetir patrones y elegir el mismo tipo de hombre engreído, narcisista e inseguro, que va de sabalotodo. Deja de esperar el príncipe azul. No existen hombres perfectos, igual que no existen mujeres perfectas. Sólo existen personas, que están dispuestas a trabajar sus sombras y evolucionar y las que no. Aléjate de las segundas. Tu felicidad no depende del otro. Tu libertad no depende del otro. El ser amada no depende del otro. Amate. Sé libre. Amate.
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