viernes, 11 de julio de 2014

ALINEAMIENTO ENTRE CIELO Y TIERRA: LOS PIES

No es posible construir  nada duradero sobre unos cimientos poco sólidos.
La base de una postura correcta está en los pies. Es la primera pieza del puzzle esqueleto-muscular que nos sostiene rectos, entre la Tierra y el Cielo.
 La estructura esencial del pie se puede representar mediante un triángulo. Los tres puntos del triángulo son los tres lugares dónde descansará la estructura del pie sobre una superficie de apoyo: la tuberosidad calcánea, la base del primer metatarsiano y la base del quinto metatarsiano. Las líneas que unen estos puntos representan los arcos- tres líneas de elevación de las cuáles proviene el apoyo postural. Las cuatro capas de musculatura se combinan para proporcionar elevación, equilibrio y movimiento de los 28 huesos del pie.


El pie ha evolucionado durante millones de años y su resultado es una estructura adaptable, flexible, que nos sirve para desplazarnos sobre terrenos irregulares. Hoy por hoy no se aprovecha todo su potencial, caminando siempre sobre superficies niveladas y pavimentadas. Incluso muchas veces se podría decir que con el calzado “castigamos” nuestros pies.  Cuando ya no se necesita la adaptabilidad del pie para el movimiento, los músculos más profundos, que soportan los arcos se debilitan inevitablemente, dejando con el tiempo que sea la fascia plantar de la superficie (que es poco contráctil) se queda con toda la responsabilidad de impedir el derrumbe total del pie y del equilibrio del cuerpo entero. Esto con frecuencia acaba provocando fascitis plantar y espolones calcáneos. La práctica de posturas de pie, posturas de equilibrio, cómo también andar descalzos sobre superficies naturales (arena, piedras, hierba, tierra…) es una de las mejores maneras de devolver a los pies su viveza, fuerza y adaptabilidad naturales.
Para una buena postura debemos entonces empezar a prestar atención a la postura de los pies, que deberían estar siempre en paralelo y al moverse, no usarlos como una pieza entera, sino aprovechar todo el abanico de movimientos que pueden desenvolver.

Una vez que se mejoran los cimientos, es mucho más fácil poner en orden el resto de la casa.











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